lunes, 17 de noviembre de 2014

México en llamas. Elecciones el año próximo. Amor

El año entrante hay elecciones, México vive en guerra civil silenciosa y en fosas.
Yo escribo del amor. (Apología de un enamorado I)

Apología de un enamorado.


“Todo el pasado vuelve como una ola
Y esas antiguas cosas recurren
Porque una mujer te ha besado.”
Himno, Jorge Luis Borges
Neurofisiología del amor.
Mujeres y hombres estamos dispuestos de diferentes cocteles hormonales, que resultan importantes para poder sobrevivir, sin las hormonas (los neurotransmisores) la vida sensitiva (de sensaciones) humana no podría llevarse a cabo. No podríamos actuar ante los estímulos exteriores, simplemente porque no podríamos disponer nuestros cuerpos de la mejor manera para reaccionar a ellas.
 La oxitocina, es conocida por muchos precisamente como la “hormona del amor”, fundamentalmente porque causa en las personas un estado de bienestar que lleva a sentir placentero una caricia, un abrazo o un beso. (Precht, 2011) Y es que precisamente esta está presente en toda relación que se percibe como vinculante: el enamoramiento, el posparto y la lactancia. Invitan y son parte importante en la unión sexual del hombre y la mujer, pero tampoco es la única, junto con la vasopresina la oxitocina resulta ser la responsable de que alguien “quiera seguir” estando con una pareja sexual en particular. (Punset, 2007)
La testosterona (presente en mucha más proporción en los hombres que en las mujeres), es la que le pone pasión al amor, en cuanto a sus efectos, en el hombre enamorado disminuye cuando en la mujer enamorada aumenta. (Punset, 2007)
La dopamina contribuye a elegir a la pareja correcta y a mantenerse con ella. Es la hormona del apego. (Punset, 2007)
Es importante mencionar también que no es sólo un producto del efecto hormonal ante los estímulos externos lo que lleva al amor, es una parte, muy simple, la más básica, pero para amar, están implícitos también factores sociales, culturales e históricos para los que las hormonas, los neurotransmisores, sólo representan una pizca de todo lo que involucra el hecho que el hombre pueda enamorarse. (Precht, 2011)

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