realmente estamos solos
sin dónde, sin para qué.
ahí donde el dolor se calla,
permanece suelto el amanecer.
justo debajo del placer,
apenas encendido de la cama,
esta esa nada que se duele
todo por el vacío.
de dónde hay un para qué.
no importa ya el silencio
más vale la llama que enciendo
cuando te dejo de ver.
y si no siempre anochece,
es por el renacer
que surge noche tras noche
cuando el alma sale a beber...
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