miércoles, 5 de mayo de 2010

Morir sonriendo


Con profunda tristeza pero también con cierta alegría me toca hoy escribir de un amigo que se fue. Por fortuna yo no elegí su amistad, sino que en su generosidad él me permitió contarme en su amplio círculo de relaciones. Ya han pasado más de 16 años desde que nos conocimos y aunque el trato no fue frecuente, la calidad del mismo me hizo ver el talante de su personalidad. Sin distingos y a pesar de la gran diferencia de intelectos, me trataba como su igual y me mostró una preocupación real por mi persona y por mi vida. Si hoy me duele su partida, es más por el hecho de no haber tenido la oportunidad de despedirme que el hecho de saber que no contaremos más con su inteligencia sencilla. Doctor, mi admiración por usted es la misma de aquella primavera y mi agradecimiento
es de por vida.
Apenas la semana pasada, pensaba escribirle una carta, así de puño y letra, no un correo electrónico en el que se pierde el sentido de las palabras y que en ocasiones es frío, quería de ese modo hacer un mensaje personal, cordial así como fue siempre nuestra amistad. Ya me encontraba emocionado de poder contarle de mi nueva vida profesional y de los otros cambios que se han estado dando en mi situación particular... quería, como en otras ocasiones, escuchar el consejo preciso y adecuado, que fuera mi guía en este caminar que apenas inicio. Que me diera el mensaje apropiado que pudiera guardar en mi memoria para siempre y así no defraudar a nadie, cumpliendo cabalmente con lo que me toca hacer; así como usted lo hizo siempre.
Si ya para mi, usted era un ejemplo, hoy es por demás decirle que mi admiración será devoción y, en honor a lo que creo, me encomendaré a Dios a través suyo (ya lo he estado haciendo).
Refrendo mi compromiso de convertirme en un hombre de bien, responsable en todos los sentidos y llevar a todos un poco de la paz y sencillez que usted siempre me transmitió.
Una palabra no es nada, y hoy no tengo palabras precisas para describir mi experiencia y las ganas que tengo de contarles a todos que nos tratamos con confianza. A pesar de la distancia y a pesar de los pesares, siempre guardaré celosamente todos sus consejos.
Enfrentarse a la muerte de alguien especial en nuestras vidas, siempre nos remueve las ideas y los sentimientos, en este caso estoy tranquilo y espero tener de nuevo la oportunidad de estrechar su mano y recibir de usted un abrazo.
Seguiré su consejo y no dejaré de escribir... para morir como seguramente usted se fue... sonriendo.
Gracias Doctor,
con todo aprecio y admiración
su amigo
Mariano



2 comentarios: