jueves, 8 de octubre de 2009

Persiguiendo la chuleta


De nuevo amaneció lloviendo y todo el día ha sido así... sol esporádico y mucha agua.

Hay un asunto que se me había estado olvidando. Hace como 2 semanas al salir del trabajo, la persona de seguridad que se encontraba en la puerta de vehículos por la que salgo usualmente del trabajo, se despidió muy sonriente y efusivamente de mí. Agitando la mano y levantando el pulgar (señal de positivismo por antonomasia). Eso me hizo sentir muy bien y me aligeró la vuelta a casa. De hecho lo recuerdo todavía y me alegra al hacerlo.

Desfortunadamente creo que lo volví a ver en la mañana del día siguiente (con la misma actitud pero ahora saludando no despidiéndose) pero ya no lo he vuelto a ver más. Gente como esa hace falta a veces. Todos tenemos cara de amargados, cansados, enojados... pero pocas veces hacemos algo por hacerles pasar un rato agradable a los demás. Vaya, ya ni los buenos días nos decimos y eso se solía decir que no se le negaban a nadie.


¿cómo podemos aligerar la vida de los otros? ¿cómo podemos compartir la felicidad?


Sonríe, saluda, agradece, ...


Dijera San Agustín: Ama y haz lo que quieras.

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