miércoles, 21 de mayo de 2014

La equivocación me da cierta certeza posterior. (Las elecciones)

Todos estamos determinados por el hecho de que hemos nacido humanos y, en consecuencia, por la tarea interminable de tener que elegir constantemente, tenemos que elegir los medios juntamente con los fines. No debemos confiar en que nadie nos salve, sino conocer bien el hecho de que las elecciones erróneas nos hacen incapaces de salvarnos.
Erich Fromm, El corazón del hombre.

           Dicen que el dilema de Hamlet era ser o no ser, ahora que me autoimpuse esta tarea (escribir sobre la toma de decisiones), que elegí pues escribir sobre este tema, descubro que no sé nada y que es de lo que más se ha escrito: las elecciones. En el fondo, éstas, se reducen al ejercicio de la libertad que, a su vez, es el acto humano por definición, elijo en tanto soy libre y así refuerzo mi humanidad: ejerciendo mi libertad. Luego de esta nota tengo mucha tarea, mucho estudio y mucho qué leer, hace tiempo compré "El valor de elegir"  de Fernando Savater, a eso debo añadir "Ética a Nicómaco" de Aristóteles, "El corazón del hombre" de Fromm y más de alguno de los diálogos de Platón (El Banquete, la República, Lisis y el Menón) y por puro gusto "La divina comedia" de Dante. Luego de esta decisión me veo reducido a nada, me parece que pretendo con mi ensayo de ensayo mostrar sólo de dónde parto hoy para luego exponer más concientemente este tema. Amen de eso, pues expondré mi punto de vista (que sólo es eso).


            
              En términos generales, los vericuetos de la vida cotidiana nos enfrentan a elegir todo el tiempo: levantarse a cierta hora, ya habiendo sonado el despertador: apagarlo y salir de la cama; apagarlo y seguir durmiendo; oprimir el "snooze" y permanecer 10 minutos más; apagarlo, seguir despierto y acostado y esperar a que le den ganas a uno de salir de cama; etc, etc, tantos escenarios como razones para estar o no en un sitio. Además un acto tan simple como el levantarse viene al mismo tiempo determinado por acciones (decisiones en algunos casos) anteriores: si estoy casado, si soy estudiante, si tengo trabajo, si no lo tengo, si son vacaciones, si estoy enfermo. Y también determinado por factores culturales y de hábitos adquiridos: si es la siesta, si estoy en casa, si soy responsable, si no lo soy, etc. Total que si uno quiere analizar tan sólo el hecho de decidir salir o no de la cama una mañana, puede uno hacer una tésis (o dos) y quedarse de todos modos corto en términos de agotar el tema. 

                   Como quiera que sea, lo que ahora quiero exponer es sólo a partir de mis experiencias, el cómo durante mi vida me he dado cuenta que las decisiones más dificiles no vienen de tener una amplia gama de elementos a elegir todos buenos, bonitos y virtuosos, sino a partir de que el elegir tiene de forma intrínseca el desvincularse de algo, si elijo despertarme y levantarme a las 6 de la mañana estoy dejando la seguridad y el calor de mi cama y mucho tiempo más para seguir durmiendo; si elijo caminar al trabajo, dejo la oportunidad de usar mi carro o tomar un camión; si elijo huevo en vez de mollete o cereal, ..., si tomo la escalera dejo el elevador.... cada elección que hacemos implica (en mayor o menor consciencia) dejar de lado algo más cuyo valor, puede o no, ser igual al de nuestra elección. La mayoría de las veces resulta que el elegir resulta muy simple y ni siquiera pensamos en aquello que dejamos de lado por decidirnos por algo, de hecho en la mayoría de los casos son tantos y tan buenos los elementos que se presentan a la voluntad para que tomemos la decisión que casi es en automático que tomamos lo bueno sin percibir si quiera que estamos dejando otras opciones. Pero ¿qué pasa cuando se trata de elegir entre dos bienes con valor similar y cuyo beneficio a futuro resulta incierto? ¿qué si le agregamos que uno de esos bienes ya lo tenemos y lo que involucra la decisión es dejar ese bien para optar por el nuevo? Pongamos un ejemplo claro: tengo carro, modelo reciente, lo conozco, sé cuánto gasta, sé que le falla, hasta me he acostumbrado ya a cómo huele y puedo decir que me siento cómodo en su asiento. Pero de pronto hay uno nuevo en el mercado, de hecho es la misma marca, eliminando las variables del dinero y suponiendo que cuento con lo suficiente para cambiarlo, ¿qué determina hacerlo o no? ¿Me he encariñado y acostumbrado tanto al carro que hoy me pertenece que prefiero quedarme con él? o ¿me da igual tener este carro o el anterior? o no hay dificultad alguna que me determine y diga: este es nuevo, ergo es mejor y opto por él. Pero lo mismo puede ser para elegir un trabajo teniendo que dejar otro, el que dominamos, el que conocemos, el que nos da una seguridad.
                    Toda elección implica un riesgo, uno grande: el de equivocarnos; esto también añade una dificultad a la elección: el mismo temor al error. El de pensar: valdrá la pena dejar lo que tengo, lo que conozco, por aquello que de alguna manera me resulta muy atractivo hoy (tanto como para cuestionarme si es mejor que lo que tengo) pero que no me da la misma seguridad y sobre todo existe el riesgo que más adelante pierda lo que elija (ya habiendo dejado "mi zona de confort", "mi cueva segura"), se rompa, se descomponga o no resulte en lo que pensé de eso y me llevó a tener la idea que era mejor y que por eso dejé mi otro bien. Me pasaría como el perro y el pedazo de carne: aquél que llevando un trozo de carne en su hocico y al pasar por un río, vio su reflejo y entonces se le antojó más el pedazo que llevaba el otro perro... al pretender cogerlo, se quedó sin el suyo y no pudo tomar el otro. Por ambición perdió lo que tenía y lo que creyó (un reflejo) era mejor para él. Puedo rescatar no sólo una moraleja sino al menos dos: cuando uno elige entre dos bienes similares, no debe hacerlo por ambición, sino por convicción de que efectivamente el bien por el que se opta es el mejor de entre los dos, y para eso no debe uno basarse en reflejos sino en lo que es y lo que hay y en lo que objetivamente me puede decir las bondades y virtudes de cada uno de ellos. El perro no puede abarcar ambos pedazos de carne, el hocico no le da, no hay otra opción más que elegir; y esto pasa en todos los casos, no puedo quedarme viendo el otro trozo de carne, quererlo y al mismo tiempo no soltar, si verdaderamente alguno me resulta el más apetecible, el mejor, debo dejar uno de los dos. Habría una tercera moraleja, y tal vez pida licencia a Esopo para modificar su historia y ponerla en el otro blog: el no elegir, que en el fondo sigue siendo una elección, elijo no meterme a la bronca de elegir y sigo mi camino con lo que tengo. 
                       En mi caso particular, tengo el valor de confesar, que más de una vez he dejado a las circunstancias del momento el determinar o no la toma de decisiones personales y opté por esa facilidad sin llevar a examen de conciencia la toma de decisión; siendo así que mi carrera fue elegida porque: tenía beca, conocía ya a algunos de los que serían mis compañeros, había materias que llenaban mucho del espectro de lo que me gustaba y quería hacer; era una universidad de prestigio; pero en el fondo no era mi sueño de ejercicio profesional. Elegí lo fácil, lo seguro, lo más a la mano, lo que ya tenía. No me arrepiento y tampoco pienso en el "¿qué habría pasado?" mi carrera me dio más que estudios y conocimiento, me dejó gratas experiencias de vida y muchos de mis mejores amigos hoy, pero efectivamente no la elegí (¿me habrá ella elegido a mí...?) y sin embargo puedo decir que a partir de ser consciente y aceptar esa elección y cómo se dio; hoy tengo más valor para ejercer mi voluntad, de arriesgarme, de ser más humano, más libre y más consciente de mis actos. Si algo también aprendí siendo peregrino, fue a tener el valor a tomar un camino incierto, con todo y que eso implique el tener que equivocarse... desandar el camino y retomar por el correcto, eso también es bello, te permite ver nuevos paisajes, conocer gente distinta y tal vez, sólo tal vez, tener la oportunidad de disfrutar más el camino correcto, precisamente porque es el correcto y tienes certeza de saberlo por conocer el equivocado.
                        Si el día de hoy has elegido leer, elegiste perder 5 minutos en este texto en vez de escuchar alguna canción, fumar un cigarro o leer otra cosa, te agradezco pues y espero te sirva. Por mi parte me comprometo a leer lo que dije arriba y también "Memorias del subsuelo" de Dostoyevski. Sonríe que yo lo hago.


Hago una enmienda (edición) este día (2 de junio 2014) Este video tiene mucho que ver con mi texto.




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