Cuando los hombres fueron soberbios y quisieron llegar al cielo (y de cierto modo, ser como Dios) se presentó el mismo Dios y los confundió al cambiar su lengua. Yo creo, y con mucha certeza, que la lengua no era otra que el sentido común y el respeto. Así hoy vivimos en una eterna lucha por no hablar el mismo idioma.
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