martes, 9 de junio de 2009

Fuerza de voluntad

"El que tiene un por qué no le importa cualquier cómo" (La verdad no me acuerdo quién lo dijo ni dónde está escrito)

Diariamente uno se enfrenta a dificultades, ligeras o severas dependiendo de las circunstancias de cada uno. Entre esas dificultades está, por ejemplo, la de levantarse por la mañana. Motivos habrá muchos: trabajar, estudiar, cumplir con alguna responsabilidad o compromiso, hacer ejercicio, comer para luego seguir durmiendo..., etc. De esos motivos que cada quien tiene para hacerlo dependerá también el cómo lo haremos. (Ya alguna vez planteé el factor motivación en cómo hacemos las cosas hablando de formarse dos o tres días antes para adquirir un boleto a una presentación de un artista o un partido de fútbol). A su vez, también dependerá de nuestro nivel de compromiso el cumplir o no con la hora pactada para levantarse. Hoy, me costó mucho trabajo hacerlo, fruto de la mala noche que pasé, y ése es otro factor que altera un hábito o cierto plan de vida. Sin embargo me motiva el simple hecho de estar vivo y de tener la oportunidad de aprovechar al máximo los talentos que individualmente tengo (aunque sean mínimos y pocos).

Y no es el hecho de levantarse o no todas las mañanas, lo importante es que siempre que hagamos algo tengamos en mente el quid de las cosas: ¿por qué hago esto? ¿para qué me piden trabajar en tal o cual proyecto? Me contaron que una ocasión se les preguntó al azar a X personas de una misma empresa: ¿cuál es la misión de Güichirigüichu (nombre de la empresa)? la respuesta imprecisa y titubeante de todos dejó claro que la mayoría nos movemos sin saber a dónde vamos. Inclusive a nivel laboral.
Igual pasa en muchas de las decisiones en la vida, las tomamos en automático. Me levanto porque hay que levantarse, voy a trabajar porque es lunes, voy a comer porque es la hora no porque tenga hambre, y como le pasaba a un amigo: "tengo novia porque hay que tenerla". Y más allá: "Me caso porque es lo que sigue al noviazgo", así como si la vida fuera una secuencia programada.
Si diariamente actuamos con esa inercia, nos convertimos en borregos y seremos siempre borregos aunque lo neguemos. Y el peligro es tal que nos pasa también con las modas y con los votos.
"Me pongo esta ropa porque está de moda" o "porque la usa Fulano", no porque me guste o porque me vea bien. "Voto por tal partido porque es en mi familia siempre ha votado por ese color", o "voto por tal o cual porque de todos modos ganan los mismos", "anulo mi voto porque muestro repudio a todos y es mi manera de decirlo", "no voy a votar porque no hay opciones", etc.
¿De verdad no hay opciones?¿todos los partidos y candidatos son iguales y son todos lo mismo? ¿ya nos ocupamos de analizar los partidos, los candidatos y las propuestas? ¿votamos por el candidato, por el partido o por ir en contra del sistema? Habrá prácticas similares y desviaciones iguales, pero de eso a que sean lo mismo hay mucha distancia de por medio.
¿Qué pasaría si el candidato fuera un amigo o un familiar, plenamente conocido? ¿No sería nuestro voto más conciente y real? ¿no procuraríamos darlo a conocer y acercarle más apoyo?
¿Por qué no nos preocupamos en analizar a los candidatos y sus propuestas en todo el tiempo previo a la elección? ¿será la apatía?¿no nos importa? y si nos importa ¿cómo nos importa y cómo demostramos que así es?

Cierto, el voto es una obligación moral y un compromiso no sólo conmigo sino con los demás. Quizá no vemos el efecto que hace por ser una gota de agua que se lanza al mar, pero si realmente queremos cambiar el curso de las olas, debemos de covencer con ideas y propuestas y no simplemente ordenar a las olas a que no lleguen a la playa...: hagamos un dique, construyamos un rompeolas, y para eso se necesita fuerza y no sólo fuerza de voluntad.

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