domingo, 7 de junio de 2009

Ratones Verdes

"La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta." Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico.

Justamente el día de ayer, nos enfrentamos en lo deportivo a El Salvador, nación de centroamérica que en muchos aspectos llega a ser muy diferente a la nuestra, a pesar de tener practicamente un mismo origen y muchas otras similitudes.
Las carencias mostradas en el deporte de conjunto más famoso de México, son un síntoma más de la apatía que caracteriza a muchos mexicanos.
Somos fanáticos "de contentillo" dijera mi abuela, cada vez que la selección de fútbol gana: ganamos todos, pero si pierde, fácilmente encontramos otros culpables: el arbitraje, el clima, la afición contraria, falta de preparación física, pero jamás asumimos que los responsables son los 11 o 14 jugadores que participan en la cancha y en la estrategia planteada por el timonel.
De igual manera nos comportamos en el trabajo, en la escuela y en general en la vida. Nunca nos hacemos responsables de nuestros errores y buscamos la falla en el otro, en el que nos ayudó, en quien nos puede solapar, en aquél que sabemos nos cubrirá el error.
El andar de la selección nacional de fútbol, es un termómetro del ánimo de los mexicanos. Si las cosas van bien en lo económico a la selección le va bien, pero si no, significa que algo anda mal en todos los sentidos.
El cómo reaccionamos en este deporte, es un reflejo de cómo somos para todo. Ahí tenemos el caso de los cachirules y de la cantidad de trampas y marrullerías que se prestan en el balompié.

Ojalá que así como nos comprometemos con los colores de un equipo, nos comprometiéramos con nosotros mismos y con valores inalienables como la responsabilidad, el respeto, la puntualidad y la honradez. Nadie es capaz de llegar tarde a un partido de fútbol (ya no digamos que somos capaces de hacer días, acampando, para conseguir un boleto del tan anhelado clásico) pero no muestra el mismo ánimo si se trata de llegar a tiempo a una cita con un cliente o un proveedor.
Defendemos a capa y espada una decisión arbitral en favor de nuestro equipo, pero no somos capaces de defender los derechos laborales de un compañero en la oficina.

Ojalá, repito, aprendamos lo bueno del fútbol y no sólo nos apasionemos con una actividad que debería ser lúdica, aunque a veces se convierte en lucha interminable por la defensa de unos colores.

No nos quedemos como los ratones verdes, hundidos en la mediocridad y la hipocresía.
Hagamos algo para destacar en todos los sentidos y pongamos toda nuestra pasión en sacar adelante nuestros talentos.

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